Último Café

Cuanto tiempo esperé por aquél café… Un café y un par de frases... Esperé el momento que quisieras verme. Esperé hasta que los punteros de mi reloj se mareasen. Gasté la última gota de razón y seguí esperando. Me olvidé de mí, hasta el día que no me reconocí. Cuando por fin me cansé y volví a la vida, digo, a mí vida, empecé a retomar lo que había restado, entonces escucho tu pregunta. No sé la razón por la cual me llamaste, ni tampoco la que me hizo aceptar, pero me fue.

Te vi llegar y busqué el hombre que amé. Lo busqué entre tus gestos, hasta darme cuenta de que él ya no eras tú. Pensé que quizás no era externamente, entonces lo busqué dentro de tus ojos. Te miré fijamente, pero él no estaba. Ya no era la misma sonrisa, ni los mismos ojos, ni el mismo pelo y tu bonita voz ya no era melodía en mis oídos. Las palabras vacías resonaban por el salón y no llegaban a mi corazón. ¿Dónde está aquél a quien amé? Ya no sé más por quién he estado enamorada por tanto tiempo. Pero sé que él existió y no eres tú, fue alguien que ocupó tu cuerpo y se fue. Ahora, en este café, estoy en frente a un completo desconocido.

Además, me di cuenta de que el hombre que me habla no tiene un corazón, pero un taxi! Yo corrí en dirección contraria y por eso desembarqué en la tristeza y me quedé esperando alguien que nunca regresó. Esperé y esperé hasta que dejé de esperar y empecé a caminar y sigo caminando, regresando poco a poco a mi mundo de risas. ¿Para qué decirme que tu taxi está ocupado? Ya no quiero tomarlo otra vez. Fue difícil volver, no quiero perderme de nuevo.

Tus palabras complementan mis pensamientos y tus ideas todavía siguen parecidas a las mías. Eres atractivo, pero ya no eres el hombre que amé un día. No eres aquél que creí que amaría toda mi vida. ¡Él no eres tú, ni tú eres él! En aquella esquina se quedó un adiós, se terminó la esperanza de un día volver a ver a quién tanto quise, porque el hombre que busco ya no sé en qué cuerpo se encuentra, pero sé qué no es en el tuyo.

Fabiana Massoquette